El Atlético anda lejos de aquella versión de sí mismo que hizo pensar que la Liga era ya suya en diciembre. El respiro tras el parón de selecciones tampoco devolvió aquella estampa imponente. Sobre el verde del Pizjuán, frente a un Sevilla infatigable, quedó herido en la primera zancada de un sprint hacia quién sabe ahora dónde (1-0) Envuelto en dudas y con el aliento del Real Madrid y el Barcelona en el cogote. El líder quedó maltrecho tras la tormenta y con la sensación de no tener donde agarrarse.
Durante media hora, incluso algo más, el Atlético estuvo viéndolas venir en el Sánchez-Pizjuán. Mientras el Sevilla volaba sobre su tapete, el líder apenas tuvo un instante de respiro para mostrar sus galones. Suso y Ocampos planeaban sobre el área rojiblanca, que había perdido a última hora a Savic, su principal bastión defensivo esta temporada, por un problema intestinal. Felipe, su sustituto, mostró de salida por qué es ahora el cuarto central, pero acabó entonándose. No habían pasado ni diez minutos cuando los de Simeone se vieron por primera vez con el agua al cuello. Un pisotón de Saúl a Rakitic desembocó en el segundo penalti consecutivo en contra. Pero, también, en otra nueva exhibición de Jan Oblak. La oscura fama del esloveno, más allá de las tandas, carece ya de sentido. Ocampos, el mismo que le había batido en el último partido con público del Metropolitano, y con sólo un fallo en 11 lanzamientos, se plantó delante y acabó engullido por los guantes del segundo capitán del Atlético. Son ya nueve los que ha parado en España, dos de ellos en las últimas dos jornadas.
Anduvo un buen rato desorientado el equipo que comanda la general. Y Simeone, que lo vio, señaló con su dedo a Renan Lodi. Sin Carrasco, sancionado, el flanco izquierdo se convirtió en una autopista para Jesús Navas o para cualquiera que se asomara por allí. El técnico argentino, viéndose sobrepasado por la pizarra de Lopetegui, cambió de guión con la entrada de Correa. Una bocanada de oxígeno para los suyos, que incluso lograron burlar la áspera presión del Sevilla. Eso sí, sin demasiados sobresaltos para Bono. Los locales, sin embargo, respondían con soltura a los escasos aprietos en los que se veían para sacar el balón.