Pep Guardiola no ha dejado de ganar ligas desde que se sentó en un banquillo, en Barcelona como en Múnich o Manchester, donde acaba de levantar su tercera Premier. En Inglaterra, los títulos domésticos saben a Champions, por incomprensible que resulte en el continente. El estallido de la Superliga ayuda a explicarlo. Sin embargo, ni Mansour bin Zayed, el propietario árabe del Manchester City, ni Guardiola ni Thomas Tuchel, entrenador del Chelsea, ni su dueño, Roman Abramovich, son ingleses. Para todos ellos, la Champions es el torneo que da sentido a sus apuestas deportivas y económicas, pese a la inmersión british hecha por el catalán y a las veces que repite lo importante que es ganar el torneo local.
Algo tan cierto como que la diáspora que decidió acometer cuando dejó el Camp Nou sólo acabará de cobrar sentido cuando vuelva a levantar el mayor título de clubes. Entonces, sin Messi, Xavi e Iniesta, su obra personal estará completa. En Oporto, hoy, se encuentra por primera vez a un solo paso, 10 años después.