No hay que descartar que, cualquier día de estos, una delegación de la Real Sociedad se presente en la sede de la Liga para implorar, bandera blanca en mano, el final anticipado de la competición. No lo hace por puro orgullo y porque, pese a todo, continúa en puestos europeos, pero ganas no le faltan. No levanta cabeza y todo le sale del revés desde que volvió el fútbol, sumida en un drama sin fin en el que ha pasado de soñar con la tercera plaza a estar a un solo punto de quedarse fuera de Europa. [2-3: Narración y estadística]
Esta vez, su verdugo fue un Granada que se mete de lleno en la pelea por esa plaza que ahora ocupa la Real y de la que sólo le separa un punto. Se alimentaron los de Diego Martínez de los errores defensivos de su rival, de su tendencia a la autodestrucción actual y hasta de una polémica arbitral que seguro que traerá cola en los próximos días. La secuencia fue la siguiente: 0-2 antes del descanso, 2-2 en el minuto 83 y el definitivo 2-3 en el 88. Y la Real, ya sin capacidad de reacción, con una ristra de lesionados que ya supera la media docena y con el equipo lleno de chavales del Sanse, no pudo sino aceptar que este es su destino en lo que queda de temporada.
Y eso que, al principio, algo parecía haber cambiado para bien en la Real. Quizá fuera la inclusión de Ander Barrenetxea, 18 años de puro talento desde el extremo izquierdo. Los donostiarras, tan previsibles últimamente, encontraban huecos para desbordar por las dos bandas, tanto por la del canterano como por la de Portu, el que más llegaba y mejor a posiciones de peligro. Parecía, sin grandes alardes, el preludio de una noche de autorreconciliación para los de Imanol Alguacil.