Leo Messi (33) y Cristiano Ronaldo (35) han protagonizado uno de los enfrentamientos más hermosos de la historia del fútbol. Personalidades opuestas, egos expresados de manera muy diferente, rendimientos excelsos y, por supuesto, rebeldes ante el crepúsculo. Ningún mito vendió barato su final. Messi, que intentó huir del Barcelona sin éxito este verano, y Cristiano, que logró escapar del Real Madrid hace dos años camino a Turín, se topan ante una de sus últimas fronteras. El enfrentamiento entre el Barça y la Juventus en la liguilla de la Champions, más allá del reencuentro de dos futbolistas que supieron retroalimentarse, supone el colofón a una época irrepetible.
Ya le fue bien a la UEFA que el sorteo de su Champions de pandemia deparara un reclamo deportivo y publicitario sin igual. Nunca antes habían podido cruzarse Messi y Cristiano en la liguilla, a disputar ésta en dos tandas de tres semanas consecutivas entre el 20-21 de octubre y el 7-8 de diciembre. Sí se cruzaron ambos en partidos capitales europeos.
En la temporada 2007-2008, antes de proclamarse campeón de Europa en Moscú, Cristiano eliminó con el Manchester United al Barça de Rijkaard, donde Ronaldinho ya le ofrecía el testigo a Messi. En la final de Roma en 2009, con Cristiano aún en el United, Messi marcó con la cabeza el que él mismo considera el gol de su vida. Un vuelo imposible ante Ferdinand y el tallo Van der Sar. O aquella semifinal de 2011, en plena guerra entre Guardiola y Mourinho. De aquel duelo salió victorioso el rosarino tras exhibirse en el Bernabéu.