El Barcelona de Roma. El de Liverpol. El de Lisboa. Y ahora también el que se enfrentó al PSG de Kylian Mbappé. «Cuanto más infame es la vida, más se aferra el hombre». La sentencia de Balzac continúa marcando el devenir de un club destrozado por sus anteriores gestores, aún sin presidente, y con un equipo condenado a malvivir en Europa. Un escenario en el que nadie puede esconder sus vergüenzas. [Narración y estadísticas (1-4)]
Mbappé, en su primera visita al Camp Nou, demostró que él solo podía bastarse para arrasar a los azulgrana. Que no le iba a hacer falta la ayuda de Neymar para dejar al Barça al borde de la eliminación. Que nada le intimidaría la espectral presencia de Leo Messi. Mbappé marcó tres goles, despedazó cuantas veces quiso a su rival, y firmó una de aquellas obras maestras que marcan por siempre.
La fanfarria de la Champions acostumbra a provocar decisiones al límite de la cordura. Incluso temerarias. Llevaba Gerard Piqué casi tres meses sin jugar un partido y aquella rodilla derecha hecha unos zorros no debía de estar lista hasta marzo. Al menos eso creían los médicos. Pero a Piqué nunca le gustó la imposición de regla alguna. Se implicó en la recuperación y promocionó su regreso. No para hacer bulto en el vestuario, sino para liderar el sospechoso entramado defensivo del equipo frente a uno de los mejores atacantes del planeta: Mbappé.